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viernes, 24 de julio de 2020

UN CORZO Y MUCHOS CONEJOS

El domingo pasado, volví a salir al campo con la bicicleta, un par de horas nada más. A pesar del madrugón no hacía mucho fresco y había poca actividad, así que me senté media hora bajo una encina a ver qué pasaba. Tampoco pasó mucho, aunque estuve sentado a menos de cien metros de un joven corzo (Capreolus capreolus) durante 15 minutos sin verle. Cuando le descubrí, estuve otro cuarto de hora contemplándole tranquilamente sin que me viese. Supongo que su madre no andaría lejos, pero a ella no la descubrí, seguro que ella a mí sí. 

Al final del vídeo se ve la distancia a la que estoy del corzo.

A la sombra de un almendro pasaba l mañana este orejotas

No se movía mucho, olisqueaba y mordisqueaba algo de vez en cuando y poco más

Miraba alerta con sus ojos y orejas, pero nunca lo vi nervioso por mi presencia

Junto a mi asiento algunas Hipparchia fidia  peleaban entre ellas,
pero posadas eran difíciles de ver

Pero la jornada no empezó con el corzo, sino con algunas aves de los campos recién cosechados.

Un joven del año alcaudón común (Lanius senator)

Éste otro jovenzuelo estaba sobre una señal

Este buitrón (Cisticola juncidis) ni siquiera dobla la ramilla sobre la que está posado

Acabo con otro mamífero, el conejo (Oryctolagus cunniculus), que debe ser que ha tenido un buen año porque conté más de 50 en toda la mañana.
  
En una sombra en el rastrojo, uno de los pocos conejos que no salieron corriendo al verme en la bici

lunes, 7 de agosto de 2017

CORZOS, AGUILUCHOS, BAÑOS DE JABALÍES, LIBÉLULA...

Ha pasado un poco de tiempo desde que no salía por Santorcaz, y he tenido que madrugar mucho este sábado para no pasar demasiado calor. La verdad es que no han salido muchos pájaros, pero en cambio he llegado a ver hasta cinco corzos (Capreolus capreolus). 

Amanecer en Santorcaz
Enseguida, desde un sitio alto pude ver, un primer corzo y con algo de tiempo aparecieron dos más, sus crías. Después, a media mañana vi otra corza, esta vez con una sola cría, y que no pude fotografiar.

A pesar de la vegetación, los escudos anales blancos delatan a veces a los corzos
Los que no fallan nunca, son los aguiluchos laguneros (Circus aeroginosus). Esta vez había uno de los juveniles comiendo insectos en el rastrojo mientras su padre vigilaba a distancia.

Aguilucho juvenil, muy oscuro
Macho adulto, se nota la cabeza más clara y los hombros blancos
La cosecha de fotos de pájaros no dio para mucho más, debe ser que no era cuestión de salir al descubierto con tanto sol.

Alcaudón común  (Lanius senator) en una coscoja

Pito real (Picus viridis)
Un pequeño buitrón (Cisticola juncidis)
No obstante, también me entretuve con los rastros que dejan los jabalíes (Sus scrofa): su bañera y su rascadero.

Toda la fuente era barro, la vegetación la habían destrozado
Todos los alrededores estaban llenos de salpicaduras de barro
En la rugosa corteza de un quejigo, se quitan el barro, dejando también pelos y parásitos
Acabo con una bonita libélula, probablemente una hembra, por lo que es más difícil conocer su especie.

A pesar de sus delicadas alas...
... son unas criaturas prodigiosas, siempre listas para volar

miércoles, 11 de enero de 2017

CUATRO CORZOS Y ALGUNOS PÁJAROS

Hacía algo de tiempo que no salía temprano al campo, y como casi siempre, cuando el sol está bajo, es más fácil ver mamíferos. Esta vez fueron cuatro corzos (Capreolus capreolus) que huían de algo, y salvo alguna parada para vigilar, sólo fue una carrera fugaz lo que pude ver. Al rato apareció un cazador con el que estuve charlando un rato, iba a por perdices, pero por si acaso los corzos pusieron pies en polvorosa.

Cuatro corzos, dos de ellos casi no se ven, pues están a la sombra en la parte izquierda
Después de pasear sin muchas más sorpresas, ya bajo un agradable sol, me mantuve oculto un rato al lado de una fuente. No tardaron en presentarse algunos de esos nerviosos pajarillos que siempre me gusta fotografiar.

El primero en aparecer fue un bonito verdecillo (Serinus serinus)
Los machos, muestran un intenso pecho amarillo
Después llegaron muchos zorzales comunes (Turdus philomelus) que son mucho más esquivos
Casi siempre, los zorzales se mantienen medio ocultos en los ramajes más intrincados
Sobre una encina estuvo un rato una hembra de pinzón vulgar (Fringilla coelebs)
Acabo con un una hembra de verderón (Chloris chloris)
Las hembras y juveniles, tienen muy poco color verde en el dorso y pecho
Acabé a la mitad de la mañana caminando entre hierbas altas con la compañía de algún buitrón (Cisticola juncidis), que a pesar de su pequeño tamaño aguantan el frío estoicamente.

Parece que ahuecando el plumaje el frío es menor

lunes, 7 de marzo de 2016

CÓPULA DE RATONEROS Y ATAQUE DE GAVILÁN A AZOR

Parecía que el domingo no iba a ser un buen día para ir al campo, pero al levantar la persiana y ver el sol radiante que había, confirmé que mi ausencia en casa durante un par de horas no supondría problema, desayuné, me abrigué y al campo que fui.
No había dado veinte pasos, cuando en uno de los árboles frente a mi casa un carbonero garrapinos (Parus ater) se entretenía picoteando algo entre un mar de flores de almendro. Ya en casa, en el ordenador, he podido comprobar que se debía tratar de un piñón de un cedro, porque de ése árbol iba y venía el pajarillo. Como si de un ave de presa se tratara, el minúsculo pajarillo sujetaba el piñón con sus garras contra la rama en la que estaba posado. Un primo mayor, carbonero común (Parus major) observaba atento, este curioso comportamiento.

Carbonero garrapinos picoteando un piñón que tiene agarrado entre sus garras
Los colores del garrapinos son apagados aunque destacan
 las mejillas blancas frente a la garganta y caperuza negra
Más grande y con el cuerpo mucho más colorido, 
los carboneros comunes son fácilmente diferenciables
Ya en pleno campo, con un frío aún intenso, un avistamiento fugaz me recordó que pronto el calor será mayor, pues pude ver a mi primera abubilla (Upupa epops) del año. Poco después el canto de dos de ellas me resultó aún más extraño, pues la costumbre, me dice que oír ese canto implica prácticamente ir en mangas de camisa.


Abubilla entre las ramas aún sin hojas de un olmo
Y después llegó el festival de las rapaces. Hace menos de un mes, compañeros expertos del grupo TAGONIUS, nos desvelaban muchos de sus secretos en un interesante curso. A lo largo de la mañana pude disfrutar de varias lecciones prácticas de la vida de estas interesantes aves.

La primera lección es que los pequeños muchas veces le echan narices y son capaces de acosar a los más grandotes, y es que un gavilán (Accipiter nisus) perseguía a su réplica de mayor tamaño: el azor (Accipiter gentilis). Yo creo que éste debió notar en su cola algún tirón de aquél.

Muy ágil, el gavilán se acercó hasta tocar al azor, que es más grande
Al final se impuso la fuerza y el azor siguió cicleando varias veces para demostrar quién mandaba allí. Ahora pueden verse en este tipo de vuelo, pues estarán en celo, pero lo normal es que aguarden ocultos en las pocas zonas con arbolado que quedan.

Alas cortas con "antebrazos" anchos y cola larga son características del azor
También destacan las partes inferiores claras. En esta foto,
 la larga cola algo extendida, mostró que faltaban las rectrices centrales
Visto por la popa los azores destacan por sus "mechones" blancos sobre las patas
Cuando desapareció el azor y ya empezaba a continuar mi marcha, apareció una pareja de ratoneros (Buteo buteo) volando muy juntos. Pero en seguida, me sorprendió un fuerte picado. Al rato apareció un tercer ratonero, esta vez juvenil al que seguramente levantaron de su posadero. Supongo que la pareja que observé la semana pasada había detectado en su territorio de cría a ese jovenzuelo al que querían expulsar. Puede que incluso fuese una cría de la temporada pasada pues la sangre no llegó al río.

Una pareja de azores acosan a un tercero
Pese a algún picado espectacular, no llegó a haber contactos
Salvo opinión más experta, éste es el ratonero más joven, pues todas sus plumas están enteras y nuevas y no tiene el extremo de las alas con una banda oscura
Continué mi marcha viendo de vez en cuando al azor y a los ratoneros y un buen rato después, a lo lejos vi como uno de los ratoneros se posaba en una torre de telecomunicaciones, adoptando una postura como inclinada. Al instante apareció el otro, y ante mis ojos se pusieron a copular. Entre que estaban lejos y hacía mucho frío y aire, la imagen no es estable, pero el documento es interesante. Pronto llegarán las puestas.

La hembra de ratonero inclina el cuerpo hacia adelante...
...y el macho se prepara para aterrizar sobre ella.

Ya de vuelta, algún pajarillo también quiso aparecer en la crónica de ayer. Un grupo de gorriones morunos (Passer hispaniolensis) demostraron el imparable crecimiento de esta especie, que hace unos años no existía en esta zona. Dispersión natural, cambio climático o ambos motivos estarán detrás de su expansión.

Macho de gorrión moruno con sus mejillas claras,
 parte superior de la cabeza rojiza y pecho muy marcado de negro
El mismo macho junto a otro y una hembra
Y en las zonas palustres, los buitrones (Cisticola juncidis) se desgañitaban marcando su territorio. Estaban poco voladores como es habitual en ellos, debe ser que el fuerte viento los empujaba a cantar desde el refugio de un posadero elevado, pero es que pesando en torno a 10 gr no debe ser fácil luchar contra el viento.

Pequeño buitrón cantando

Para acabar apareció uno de los dueños de estas zonas palustres: un aguilucho lagunero hembra (Circus aeroginosus), que ya ha vuelto a sus dominios después de un invierno en el que habrá vagabundeado por zonas húmedas de mayor calado. Es una satisfacción verlos regresar cada año a las raquíticas zonas húmedas de Santorcaz. Eso también es amor al terruño o más científicamente filopatría.

Aguilucho lagunero con sus alas largas y estrechas. Las hembras como ésta, tienen un color oscuro, con hombros garganta y parte superior de la cabeza más claras
Aún hubo tiempo para volver a casa y pasear por un camino con las chicas de la casa, pero los pájaros, esta vez no aparecieron.

lunes, 24 de agosto de 2015

SALAMANQUESA, ALCAUDÓN, BUITRÓN, CURRUCA TOMILLERA, ÁGUILA CULEBRERA, LIBÉLULA Y MARIPOSA

Aunque el sábado no era el día más propicio para salir al monte, porque estamos en época de media veda, no quería dejar pasar una nueva oportunidad de disfrutar de pasear al fresco de la mañana.

Realmente ya la noche anterior, empecé retratando protagonistas vivos, y nos llamó la atención una salamanquesa (Tarentola mauritanica) de buen tamaño, aunque con lA cola cortada casi desde su base. Algún autillo, mochuelo o culebra se quedó sólo con la mitad de la cena que esperaba. Incluso sin tenerla en la mano, gracias al zoom de la cámara se aprecia algo habitual en las salamanquesas: la presencia del ácaros en sus dedos. Ésta tiene uno en su mano derecha entre los dedos primero y segundo.

Salamanquesa común con la cola totalmente amputada
Volviendo al sábado por la mañana, no hay nada muy espectacular que contar, únicamente que ya se nota la migración postnupcial y se empiezan a ver currucas zarceras, mosquiteros musicales, tarabillas norteñas, etc. Ninguno de los que están llegando se dejaron fotografiar, sin embargo sí que algunos de los que en breve marcharán posaron para la cámara.

Alcaudón común juvenil (Lanius senator)
El mismo individuo miraba a un lado y a otro en busca de insectos
Medio oculta en una coscoja, una curruca tomillera (Sylvia conspicillata) se acicalaba el ala
El fuerte viento, permitía a esta águila culebrera (Circaetus gallicus
permanecer inmóvil en el aire
Si el frío no es muy fuerte este invierno, al minúsculo buitrón (Cisticola juncidis) lo podremos seguir viendo todo el año, siempre en zonas con vegetación herbácea alta.

Un pequeñísimo buitrón posado en una enea
Como hacía algo de viento, algunos insectos evitaban levantar el vuelo y permitían acercamientos para observar con detalle la complejidad de sus cuerpos.

Mariposa Pseudotergumia fidia o festón blanco. De buen tamaño y alas oscuras habita en zonas con encinas y coscojas confiando en su camuflaje
Cara al viento, esta libélula, posiblemente una hembra de Sympetrum fonscolombii descansaba
Y termino con lo que podría parecer el paso de un arado, pero que en realidad es el rastro que deja el paso de una excavadora viviente: el jabalí (Sus escrofa). Tierra removida y piedras levantadas es una señal de que han pasado buscando bulbos, raíces, lombrices e insectos.

Terreno removido y piedras levantadas por jabalíes