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lunes, 10 de abril de 2023

LAGARTO OCELADO MACHO

Hacía siglos que no veía un lagarto ocelado (Timon lepidus) y el domingo vimos uno con cierta tranquilidad. Se ve que estaba disfrutando de este horrible sol de abril, porque la verdad es que echamos de menos las lluvias. No vimos muchas cosas más el domingo, una corneja negra (Corvus corone) rebuscando en un sembrado y un montón de renacuajos en la Fuente Morata. 

Con este primer plano acabaron las fotos que le hice pero es
en la que mejor se ven los detalles de su dibujo

Encaramado a la piedra es como le descubrí y en esta imagen es en la que mejor se aprecia el collar de escamas puntiagudas que tienen 

Como no hay nada con que comparar, no se puede apreciar pero era de buen tamaño

Con ese plumaje tan oscuro, hasta los niños la descubrieron la corneja fácilmente

Los niños quedaron encantados con los renacuajos, no sabemos si de sapo común o corredor 

El sábado anterior, también dimos un paseo por la tarde pero no vimos gran cosa tampoco, sólo algunos pájaros de los llamados comunes se dejaron fotografiar.

Una cogujada montesina (Galerida theklae) cantando en lo alto de un olmo seco

Aquí otra sobre una aliaga

Un jilguero (Carduelis carduelis) comiendo semillas de olmo siberiano

Una paloma torcaz (Columba palumbus) estirando las alas

Continúa el estiramiento y el ahuecado de plumas

Aquí ya en su postura normal, enseñando la marca blanca de su cuello

jueves, 24 de marzo de 2022

UN PATO EN EL LAVADERO, VARIAS RAPACES, RESTOS DE UN ERIZO Y PÁJAROS

El pasado día del padre no sólo recibí manualidades varias y regalos materiales, sino que también un regalo inmaterial: un par de horas libres para salir al campo en Santorcaz, que hacía ya tiempo que no disfrutaba. Aún era invierno y hacía frío, pero ya se empezaban a notar signos de primaveras, con muchos pájaros cantando y vuelos demostrativos de varias especies rapaces. Esto fue lo que encontré:

La primera sorpresa fue un ánade real (Anas platyrrynchos) macho que debió pasar la noche en el lavadero

También en el lavadero una lavandera blanca (Motacilla alba) que se atusaba el plumaje

Desde la antigua atalaya árabe, divisé un corzo (Capreolus capreolus) que rápidamente se ocultó en el carrizo

En el cerro de La Elvira me encontré los restos de un erizo (Erinaceus europaeus)


En el Arroyo de la Dehesa un aguilucho cenizo (Circus aeroginosus) macho hacía vuelos nupciales y emitía sus llamadas 

Aquí otra vista del aguilucho

También un azor (Accipiter gentilis) empezó a ciclear para marcar su territorio, pues no suelen cazar desde las alturas

También un ratonero (Buteo buteo) pasó chillando

Aquí muestra las alas por abajo, que en la foto anterior son completamente pardas

Varios milanos reales (Milvus milvus) patrullaban aquí y allá, pero éstos no se reproducen por estas tierras

No sé si asustada por tanta rapaz, una corneja negra (Corvus corone) pasó a toda velocidad graznando fuertemente

En cuanto hay cultivos, aparecen los trigueros (Emberiza calandra)

En zona de matorral están las cogujadas montesinas (Galerida theklae)

Entre las zarzas una curruca capirotada hembra (Sylvia atricapilla)

Y para acabar, de vuelta en los álamos del lavadero, un picogordo (Coccothrauestes coccothraustes)


miércoles, 18 de abril de 2018

FOTOTRAMPEO DE AZOR, GAVILÁN, RATONERO Y BÚHO REAL

Es muy útil que alguien trabaje por uno cuando hace mal tiempo o no puede salir al campo, y hoy vengo a mostrar los resultados de ese trabajo latente. La cámara de fototrampeo ha seguido funcionando bajo la lluvia y la nieve, y mostrando la vida íntima de algunos de los protagonistas alados más poderosos de Santorcaz.
Empiezo con la rapaz de mirada más fiera y penetrante, el pirata de la espesura le bautizó Félix: el azor (Accipiter gentilis). Parece que los territorios ya están cogidos porque en estos meses ya no ha aparecido ningún juvenil, los adultos no quieren competencia en la nueva época de cría que empieza.


Alas anchas y cortas permiten a los azores maniobrar entre la arboleda
Posados tampoco me canso de verlos
Este otro individuo tiene el ojo más anaranjado, más viejo 
En este posadero aprovechan para acicalarse
Con el cielo nublado también son espectaculares

La réplica en miniatura del azor es el gavilán (Accipiter nisus), y si es un macho, más miniatura aún.

Menos que una paloma pero ¡ay! del pájaro que no esté prevenido
Hay otro cazador, pero mucho más tranquilo, y parece que hasta su cuerpo más rechoncho que azores y gavilanes, habla de su carácter. Es el ratonero (Buteo buteo). Pero ojo, no debe ser mal cazador pues es la rapaz más abundante en la zona junto con el cernícalo.

Menos fino y adornado, el humilde ratonero cae simpático siempre
Aquí se lanza al aire quizá en busca de alguna presa
Y aquí extiende alas y cola para aterrizar sin daño
Aquí se ven sus partes ventrales manchadas de color chocolate
Por la noche, se cambian los papeles y el que manda es el búho real o gran duque (Bubo bubo). Del zorro para abajo, para los de pelo, y del azor y ratonero juvenil para abjo, para los de pluma, todos son posibles presas.

En esta foto se ve lo que probablemente sea una reunión de pareja
Justo al anochecer los enormes ojos reflejan el infrarrojo de la cámara. 
Por su pequeño tamaño, éste puede que sea un macho
Éste parece más grande, probablemente la hembra
El mismo que antes ya posado completamente
Como siempre, los más modestos quedan para el final, a parte de gorriones chillones, sólo han salido palomas torcaces (Columba palumbus) y una corneja negra (Corvus corone). Ésta última es la primera vez que se ha dejado ver en el posadero, tras miles de fotos tomadas durante meses. Es cierto que hay pocas, pero son listas e igual se huelen algo raro y no quieren salir retratadas.

Preparándose para aterrizar esta corneja demuestra que es bastante vieja.
No hay más que ver que todos los bordes de sus plumas están rotos y desgastados
Unos segundos sólo, y no volvió a aparecer la más inteligente de las aves de Santorcaz
Con la tormenta, las palomas aguantan el chaparrón con la cabeza gacha
Algo pasarí que tuvieron que salir pitando 
También tienen su elegancia las palomas

lunes, 8 de septiembre de 2014

CAMINO DE SANTIAGO

Quince años después, he vuelto a realizar el Camino de Santiago, esta vez el portugués y acompañado de mi mujer. Tras meditarlo, no pude evitar llevar la cámara "grande" encima, a pesar de que cualquier peso extra es molesto. Como se comprenderá, fotografiar fauna no era el objetivo de tanto esfuerzo, pero alguna vez no pude evitar inmortalizar algo de lo que ahora vengo a mostrar.

Aún no había amanecido cuando ya habíamos cruzado el Miño para entrar brevemente en Portugal, y después, con los primeros rayos de Sol, los gorriones se calentaban en Tui, ya en Galicia.

Dos gorriones macho (Passer domesticus) se desperezan al sol
Aunque los primeros días superamos los 30º C, las noches gallegas son frescas y los pobres reptiles buscando el calor del asfalto por la mañana, sufrían nefastas consecuencias.

Culebra bastarda (Malpolon monspessulanus) tirada en una cuneta
Detalle de la culebra, una vez sacada al asfalto para comprobar
la característica "ceja" prominente de las culebras bastardas
Eslizón tridáctilo (Chalcides striatus)
Tras una maratón de 43 km acabamos mojándonos los pies en la playa de Cesantes, encontrando allí un ave amante de aguas someras, pero descansando en una barca.

Andarríos chico (Actitis hypoleucos)
Atravesando prados y manchas de arbolado eran varios los pájaros que nos acompañaron al día siguiente y que posaron tranquilamente:

Tarabilla común (Saxicola torquata)
Corneja negra graznando (Corvus corone)
Antes de llegar a Pontevedra el segundo día y bajo un sol de justicia, decidimos burlar el camino oficial y dar un rodeo por una variante, a la sombra de la vegetación de ribera del río Tomeza. Bajo alisos y álamos, algunos caballitos del diablo buscaban zonas soleadas para mostrar sus colores y acotar su trozo de orilla del río

Agrion virgo?
Tras el calor y palizón de los primeros días, hicimos un alto en el camino en Pontevedra para acercarnos a la Isla de Ons, que forma parte del Parque Nacional de las Islas Atlánticas. Acantilados y pequeñas playas de arena blanca sirven de zona de alimentación y paso a algunas aves marinas, así como a curiosos artrópodos.

Vuelvepiedras (Arenaria interpres) con su plumaje ya de invernada
Chorlitejo grande (Charadrius hiaticula)
Una enorme araña en su tela
Gran libélula cernícalo del género Cordulegaster
Papilio machaon
Dos de las abundantes gaviotas patiamarillas adultas (Larus michahellis)
En esta foto una joven patiamarilla
Gaviota argéntea (Larus argentatus)

El tercer día de andadura, tras la caminata, nos relajamos en las aguas termales de Caldas de Reis. Allí muchas avecillas mojan sus patas en el Río Umia.

Río Umia
Lavandera cascadeña joven (Motacilla cinerea)
En las orillas del Sar, como el título de una de las obras cumbres de Rosalía de Castro, varias garzas buscaban su sustento.  

Garza real (Ardea cinerea)
Y aquí acaba la parte naturalística de nuestro viaje que es de lo que trata este blog, el resto de aspectos de un viaje como este queda en nuestro recuerdo.