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domingo, 13 de septiembre de 2020

PRAT DE CABANES

Tras unos días de calorazo el tiempo cambió en nuestras vacaciones, entró el viento y ya no volvió a hacer demasiado calor ningún día. Eso nos permitió hacer algunas visitas no previstas, como ir a Morella, pero también hicimos alguna prevista como ir al Prat de Cabanes, un marjal cercano a Alcocéber. Aún no habían llegado las aves migratorias ni las invernantes, así que nos tuvimos que conformar con un buen puñado de ardeidas (garzas) y poco más, pero nos entretuvimos bastante.

La garza más abundante era la garceta común (Egretta garzetta)

Después de ver la garceta anterior cerca del Centro de Interpretación, anduvimos hasta una zona despejada dentro del carrizal circundante donde un montón de garcetas y otras aves andaban de pesca

Aquí una garceta en vuelo 

Aquí se ve a una garceta grande (Ardea alba) que es la garza blanca de gran tamaño del centro, hace años eran aves muy raras en la península

Esta otra pequeña ardeida es una garcilla cangrejera (Ardeola ralloides)

Aquí se ve otra en busca de pequeñas presas

Una joven garza real (Ardea cinerea

Y aquí otra garza real, adulta

Había también algún morito (Plegadis falcinellus)

Un calamón (Porphyrio porphyrio) camina entre las garcetas

Una de las pocas limícolas que vimos, una cigüeñuela (Himantopus himantopus)

El otro limícola que vimos, y no muy bien, fue el andarríos chico (Actitis hypoleucus), que se ve bajo la garceta que anda pescando

Éste calamón estuvo unos instantes mucho más cercano y nos enseñó sus vistosos colores

Esta gallineta (Gallinula chloropus) fue la más valiente
 de las aves que vimos en ese día

Esta marisma se formó por el aporte de sedimentos desde una torrentera del norte, que al descargar en el mar y desplazar los sedimentos la corriente creó una presa que se fue rellenando  de agua dulce y sedimentos.

La Sierra de Irta, al fondo, y otras sierras litorales suministraron sedimentos durante siglos

Estos sedimentos acumulados en forma de barra por el mar fueron los que crearon una laguna entre el mar y la tierra

Y esa laguna es la que se ha ido rellenando y ahora es un extenso carrizal con encharcamientos someros. A la derecha se ve la barrera creada por el mar. 


martes, 30 de abril de 2019

DOÑANA CON NIÑOS: LA ROCINA, EL ACEBUCHE Y EL ROCÍO

Esta Semana Santa hemos estado por Sevilla y teníamos tres novedades desde la última vez: un bebé de meses, una niña de 3 años y medio y una cámara nueva. Como el campo a los niños les sienta muy bien y había que estrenar la cámara, qué mejor lugar que Doñana en primavera. Y es que es difícil fallar allí, incluso cambiando pañales en observatorios de aves o intentando que no te tiemble mucho el pulso mientras con una mano aguantas a una pequeña que mira con sus prismáticos. La verdad es que la nueva cámara ayuda: 80 aumentos ópticos son muchos aumentos. 
No me enrollo más y empiezo con lo que vimos en alguno de los observatorios del Arroyo de la Rocina.

Empecé con una de las joyas de Doñana: una espátula (Platalea leucorodia)

De frente, enseña su curioso pico
Otra estrella de las marismas, un calamón (Porphyrio porphyrio) se estira a la orilla del arroyo
Ésta es la esencia de Doñana: diversidad a raudales, en pocos metros, ánades reales,
porrones comunes, patos colorados, espátulas, calamones, moritos...


En vuelo muestran su elegancia
En un momento dado un individuo joven se puso muy cerca de nosotros
Una gallineta (Gallinula chloropus) quiso salir en la foto junto a la joven espátula
Otra de las especialidades de Doñana: un morito (Plegadis falcinellus)
Otro morito descansando
A lo lejos un garceta (Egretta garzetta) se arrascaba el cuello
De entre los juncos salió una elegante garza imperial (Ardea purpurea)
Con su largo cuello llega a arrascarse a cualquier lado

Otra garza llegó volando, esta vez una real (Ardea cinerea)
Desde otro lugar también pudimos ver una garza, esta vez de cuerpo entero
En aguas más abiertas un grupo de porrones comunes (Aythya ferina)
Entre los juncos chillaba un pequeño zampullín chico (Tachybaptus ruficollis)
Por estar muy vistos, casi no hago caso a los pobres ánades reales (Anas platyrhinchos)
Tres anátidas en una foto, un ganso (Anser anser) y 
porrón común nadando y un ánade real en la orilla
Después de la Rocina comimos en El Acebuche y también nos acercamos a un observatorio. 

Merodeando por el pinar donde comimos había muchos los rabilargos (Cyanopica cyanus)
Inteligentes como sus primas las urracas, sus alas son destellos de color azul
En el pinar donde comimos, los agateadores comunes (Certhia brachydactila),
subían y bajaban por los troncos
De camino a los observatorios, al sol una hembra de tarabilla (Saxicola torquata)
El macho se me puso a tiro justo en frente del primer observatorio
Sus idas y venidas eran con insectos en el pico
El observatorio no dio para mucho, nada nuevo respecto a La Rocina excepto un galápago
En los postes, las salamanquesas (Tarentola mauritanica) tomaban el sol. Como 
era de día adoptaban colores oscuros para calentarse al sol, porque el aire era fresco
También a pleno sol un alcaudón común (Lanius senator) oteaba en busca de insectos
Al final, tras mojarnos los pies en Matalascañas, nos fuimos a las marismas de El Rocío, donde acabamos una intensa jornada de campo con niños. La luz no acompañó, porque se nubló bastante, pero aún así algo vimos. Volveremos.

Junto al paseo marismeño, una espátula removía el fango en busca de invertebrados
De vez en cuando se aseaba. Buscaré el origen de esa anilla que lleva en la pata
En El Rocío las estrellas suelen ser los flamencos (Phoenicopterus roseus)
Los juveniles son menos llamativos
En el agua y las orillas había muchas fochas (Fulica atra)
Patrullando por todos lados los recién llegados milanos negros (Milvus migrans)